La estación fría ya se ha hecho notar en toda España, provocando de nuevo las averías más comunes del invierno. Unas, se pueden evitar, otras lamentablemente no, y por esto hay muchos conductores que se ven obligados a tramitar la baja el último mes del año, debido a motivos de fuerza mayor. Y es que la llegada de las bajas temperaturas y las condiciones meteorológicas adversas pueden dañar irreversiblemente los vehículos, no dejando más opción que enviar un vehículo al desguace.
Además, hay otros motivos que provocan que diciembre sea uno de los meses más fuertes en el sector de bajas de vehículos. Esto tiene que ver con el hecho de que el impuesto de vehículos de tracción mecánica -IVTM-, comience a gravar el día 1 de enero. Por esto, los usuarios tratan de obtener su baja durante el mes de diciembre para ahorrarse el pago del impuesto en el siguiente año. Por esto, llaman a RO-DES que lo retira, lo destruye conforme a la normativa medioambiental y emite el justificante de baja y el certificado de destrucción.
En contraste, hay otros conductores que tienen que realizar este mismo trámite porque su vehículo ha quedado inservible. Pero… ¿Por qué se averían más los coches en invierno?
¿Qué cambia en invierno?
Hay muchos elementos del coche que multiplican su uso conforme los días se van acortando. Es así el caso de las luces, que se utilizan durante más tiempo por la cantidad de horas de oscuridad. Los pilotos antiniebla y los parabrisas también trabajan más, y por supuesto a más uso, mayor probabilidad de averías.
- La temperatura es otro factor fundamental. Hay muchas piezas que pueden verse afectadas por los cambios de temperatura que se dan sobre todo en las horas matutinas cuando la mecánica se calienta de pronto a una velocidad elevada.
- La intemperie también ha de ser tenida en cuenta; heladas nocturnas, o circulación sobre nieve o hielo terminan por incidir en algunas de las piezas del vehículo.
A continuación, y siguiendo esta división, se enumeran las piezas que pueden dañar el coche y en qué manera.
Piezas que se dañan con la intemperie:
- Gomas y juntas: Las gomas que garantizan la estanqueidad del vehículo y que favorecen un cierre de puertas correcto pueden endurecerse o agrietarse por el frío. Hay que prestar especial atención a la parte inferior del vehículo para que, en zonas de agua, no haya filtraciones.
- Freno de mano: Si las noches son especialmente frías, puede formarse escarcha y pegar literalmente las pastillas al disco de freno. Antes de poner en marcha el vehículo, un juego de embrague puede ayudar a liberar los elementos del hielo.
- Boquillas fluido limpiador: Tienen pequeñísimos agujeros y es fácil que queden obstruidos. Conviene poner líquido anticongelante para garantizar su funcionamiento.
- Escobillas: En caso de que se haya formado hielo o escarcha en el coche, activar las escobillas puede ser poco recomendable: se desgarran si se han quedado pegadas. Un poco de alcohol puede prevenir esto.
- Neumáticos: En absolutamente imprescindible que el dibujo de las ruedas tenga suficiente profundidad como para evitar el aqua planning. Las carreteras pueden presentar condiciones extremas. Si la zona de circulación del vehículo tiene inviernos duros, tal vez se deba considerar el uso de neumáticos de invierno.
- Cristales: es una práctica habitual rociar con sal o arena las carreteras más peligrosas. Esto, si bien favorece a los neumáticos, también supone que restos de estas sustancias terminen en el cristal y las escobillas, muchas veces mezclado con agua o hielo. Una limpieza profunda de los cristales mejora la visibilidad y previene accidentes. Es importante matizar que, para eliminar restos de hielo del cristal, no se debe usar agua muy caliente, sino más bien templada. Llevar una rasqueta en la guantera, puede ahorrarnos tiempo y recambios de escobillas.
Piezas que aumentan su uso:
- Luces: Imprescindibles para ver y ser vistos. En invierno puede inundarse, quebrarse por el granizo, coger vaho… Llevarlos pulidos y correctamente alineados es imprescindible. Una exploración visual puede mostrar grietas, o fallos en la pieza. Deberá ser sustituida. No hay que olvidar las antiniebla, se debe revisar su funcionamiento antes de iniciar la conducción.
- Parabrisas: Ya se ha comentado que las escobillas pueden rasgarse por el hielo, pero la realidad es que los parabrisas hacen su “agosto” con las fuertes lluvias de otoño e invierno. Es probable que este exceso de uso dañe los motores, especialmente si el coche tiene ciertos años.
- Calefacción: El primer gesto de muchos conductores es ponerla en marcha, incluso a mayor temperatura de la debida. Las averías de este sistema se producen habitualmente en esta estación por motivos obvios. Ha de usarse responsablemente, además, su uso repercute directamente en el consumo del depósito.
- Sistema de desempañado: Se ha de comprobar que las rejillas estén limpias, y que no presenten obstrucciones. Para evitar un excesivo uso de este sistema, se deben abrir las ventanillas un minuto para ventilar el vehículo. Esto desempañará los cristales. El mercado ofrece también gran variedad de productos anti-vaho.
Piezas que acusan las bajas temperaturas:
Estas piezas de mecánica interna, por su química o sus características, no llevan bien el invierno, y además suelen suponer desembolsos inesperados para el usuario.
- Batería: Elemento extremadamente sensible a las temperaturas bajas. Su composición química puede hacer que la eficiencia descienda hasta un 50%. Aunque hay baterías gelificadas que tienen mejor rendimiento en invierno, no son muy habituales porque el precio es mayor. No obstante, si la zona acusa temperaturas inferiores a 0 a menudo, puede ser conveniente invertir en una batería para ahorrarse viajes al mecánico.
- Líquidos y aceites: Son los grandes ignorados, cuando realmente soportan el peso de la mayoría de la mecánica del vehículo. Aceite, anticongelante, lubricante, líquido de frenos… son fluidos que cambian sus densidad y volumen con el invierno, y deber ser sustituidos y puestos a punto.
- Motor: El brusco cambio de temperatura de primeras horas de la mañana, puede dañarlo muy seriamente. Es importante, calentarlo unos minutos antes de iniciar la marcha con objeto que el cambio no sea tan súbito. Si los líquidos del vehículo son de calidad, la lubricación será mejor y las partes móviles del motor sufrirán menos.
“Cambiar los líquidos es una tarea relativamente barata y sencilla, en comparación con reparar los problemas asociados al mal estado de los líquidos. Por ejemplo, la sustitución de las bielas es de las averías más caras de un vehículo y se previene fácilmente con una buena lubricación. La pieza en sí no es cara, pero la mano de obra puede llegar a ser de 20 horas. Dado este caso, y valorando la antigüedad del vehículo, el usuario muchas veces decide llevarlo a desguace, porque el coste de la reparación supera el valor del vehículo.” Así lo indicaba Marcos García, trabajador de Desguaces Madrid, recomienda que en zonas especialmente frías se use lubricante para bajas temperaturas.
Aunque por supuesto, parece inevitable que, dado el caso, una avería inesperada pueda hacer que alguien se plantee desprenderse de su vehículo definitivamente, sustituyéndolo por otro modelo de ocasión en mejor estado, o un vehículo nuevo tal vez más eficiente. Lo principal siempre será que las averías que provoque el invierno no sorprendan a los vehículos en circulación, y que puedan solventarse cuanto antes sin suponer un riesgo en la carretera.
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